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Ni la religión ni el estado debieron hacer legal su ignorancia y prejuicios sobre la sexualidad humana, porque el móvil era el control (el padre de toda perversion), sobre la gente. Una sexualidad sana tiene su propio control el que adviene con discernimiento e inteligencia. De manera que en mi opinión, legalizar o penar las relaciones entre dos personas, del género que sean, esta fuera de contexto, porque en teoría ello solo incumbe a los implicados, pero como socialmente solemos ser una excéntrica muchedumbre, ahora abanderamos, dependiendo del bando y según el prejuicio, la jerga de los políticos y religiosos, en contra o a favor de tal o mas cual matrimonio. Pero en el fondo, sabemos, que lo que esta en juego es el respeto a lo demás, en resumen: no meter la narices en las vidas ajenas, y esa es la razón por la cual el gobierno se ha metido en la alcoba, para garantizar que el acuerdo entre dos individuos sea respetado por todos bajo las mismas reglas. Asco de mundo lisonjeador público e hipócrita, que por incapaz de asumir la realidad como es, no deja de alimentar a sus jueces y abogados con su absurdos desvelos.